by David Agren Catholic News Service
SANTA CRUZ, Bolivia (CNS) — El papa Francisco visitó una de las prisiones más notorias de Latinoamérica, llamándose a sí mismo “hombre que fue y está salvado de sus muchos pecados”.
“No podía partir de Bolivia sin haberlos visto a ustedes, sin haber compartido la esperanza y la fe dadas en la cruz”, les dijo a las personas prisioneras en Palmasola, Santa Cruz.
En una alocución en la última mañana de su visita de menos de 48 horas a Bolivia, el papa hizo un llamado a la conversión y a un cambio de actitudes entre los presos en sus relaciones mutuas y la sociedad en general, que con frecuencia ve con suspicacia a los prisioneros.
“Cuando Jesús se hace parte de nuestra vida, ya no podemos permanecer prisioneros de nuestro pasado”, dijo el papa Francisco;”en lugar de eso, empezamos a ver el presente y lo vemos de manera diferente, con una diferente clase de esperanza”.
Esta visita, una vez más, reflejó la preocupación del papa por los prisioneros, quienes, en Latinoamérica, purgan su sentencia en establecimientos sobrepoblados y violentos, y si siquiera hubieran sido sentenciados.
Palmasola tiene una reputación notoria, especialmente después de un incidente sucedido en el año 2013, en el que un grupo armado de pandilleros, con botafuegos improvisados, mataron a 31 prisioneros y dejaron a más de 30 quemados gravemente.
Tres de los prisioneros pudieron contarle al papa Francisco las tribulaciones que han sufrido dentro de la prisión.
“Considero este lugar como Sodoma y Gomorra. No hay control acá”, le dijo Leónidas Martínez al papa Francisco. Leónidas ha pasado 18 años en la prisión de Palmasola. “Ninguna autoridad hace nada para evitar estos abusos”, agregó.
A lo largo del camino lodoso que conduce a la prisión, se alineaban muchas personas que deseaban ver al papa. En la prisión, la familia respectiva de cada prisionero, dijeron, tienen que pagar por todo dentro del penal, incluyendo comida y lugar para dormir. Por la mayor parte, hay acceso a la prisión, dijeron, con tiendas, servicios y puestos de comida;la esposa e hijos respectivos de algunos prisioneros viven dentro de la prisión.
El ministerio de prisiones informa que el 84 por ciento de los presos no ha sido convicto de ningún delito.
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