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Disminuye la pobreza extrema, pero todavía hay mucho por hacer, dice el nuncio del Vaticano ante la ONU

A boy feeds his sister in a slum on the outskirts of Islamabad March 30. The World Bank and global faith leaders are joining together to end extreme poverty around the world by 2030. (CNS photo/Caren Firouz, Reuters)

A boy feeds his sister in a slum on the outskirts of Islamabad March 30. The World Bank and global faith leaders are joining together to end extreme poverty around the world by 2030. (CNS photo/Caren Firouz, Reuters)

por Catholic News Service

ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (CNS) — A pesar de la buena noticia de que el porcentaje de personas que viven en pobreza extrema se ha fijado debajo del 10 por ciento, por primera vez, desde que se ha conservado esta información, todavía hay mucho por hacer si la meta de las Naciones Unidas de erradicar la pobreza se puede alcanzar para el año 2030, de acuerdo con el arzobispo de Filipinas Bernardito Auza, observador permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas.

“La cifra de personas que todavía viven en pobreza extrema continúa siendo inaceptablemente alta. Los 700 millones de personas que todavía viven en pobreza extrema nos recuerdan la magnitud del problema que tenemos que vencer”, dijo el arzobispo Auza en unos comentarios dados a conocer el 13 de octubre ante los comisionados de las Naciones Unidas que estudian la erradicación de la pobreza y otros asuntos de desarrollo.

De acuerdo con datos del Banco Mundial, dados a conocer el 4 de octubre, doscientos mil.2 millones de personas en el mundo entero viven con un equivalente menor de $2 por día. “Esto es indicio que la resistencia de la pobreza es más fuerte, mientras se logra progreso en la escala económica”, dijo el arzobispo Auza.

“Este problema es aún de mayores proporciones si se considera el hecho de que se ha logrado progreso más lento a niveles más altos de pobreza, que el caso de las personas que permanecen en pobreza extrema es el más difícil de resolver, y que, para muchos que han logrado escapar de la pobreza extrema el progreso ha sido temporal y el retorno a la pobreza extrema es todavía más doloroso y debilitante”, añadió.

Las personas que viven en pobreza extrema lo hacen “generalmente en zonas muy apartadas y encaran extrema necesidad”, dijo el arzobispo. “Sin caminos, sin electricidad, sin acceso a educación, sin cuidado de salud, sin agua potable y sin otros servicios de primera necesidad, todo en conjunto es incierto para esa gente”.

En la agenda de las Naciones Unidas de Desarrollo Sostenible, a lograrse para el año 2030, la erradicación de la pobreza extrema se encuentra a la cabeza de la lista, colocándola en el contexto de crisis mundial del medio ambiente.

“Ya por demasiado tiempo, el desarrollo se ha querido entender en términos de un crecimiento económico siempre expansivo y acumulación (desmedida) de bienes, con frecuencia a expensas del medio ambiente y de la vida misma”, dijo el arzobispo Auza. “Este (falso) concepto de desarrollo ha alimentado una búsqueda irrestricta de las más altas ganancias marginales y ha promovido la explotación de pueblos, siendo un verdadero asalto contra nuestra morada común”.

El Vaticano apoya la agenda de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, de acuerdo con el arzobispo Auza, y por el llamado al establecimiento de “un nuevo paradigma” de desarrollo, que “debe de empezar con el principio central de la dignidad de cada persona humana y en el reconocimiento de que la pobreza extrema es esencialmente una negación de tal dignidad”.

Y recordó ante los miembros del comité las declaraciones del papa Francisco hechas el 25 de septiembre ante las Naciones Unidas: “Arriba de nuestros planes y programas y más allá de ellos, tratamos con hombres y mujeres de carne y hueso que viven, luchan, sufren y que con frecuencia se ven forzados a vivir en gran pobreza, privados de todos los derechos”.

Debido a la dignidad humana de los pobres, dijo el nuncio apostólico, se requiere que se les permita a los pobres que “determinen su propio desarrollo”.

“La exclusión”, dijo el arzobispo Auza”, constituye la negación de la dignidad humana y es la causa de la pobreza extrema. Una de las formas más dañinas de exclusión es la que se ha ejercido en contra de mujeres y niñas en aspectos de educación; tal exclusión es especialmente dañina en un mundo en el que la clave del éxito económico y una vida digna son los conocimientos adquiridos mediante una buena educación”.

ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (CNS) – A pesar de la buena noticia de que el porcentaje de personas que viven en pobreza extrema se ha fijado debajo del 10 por ciento, por primera vez, desde que se ha conservado esta información, todavía hay mucho por hacer si la meta de las Naciones Unidas de erradicar la pobreza se puede alcanzar para el año 2030, de acuerdo con el arzobispo de Filipinas Bernardito Auza, observador permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas.

“La cifra de personas que todavía viven en pobreza extrema continúa siendo inaceptablemente alta. Los 700 millones de personas que todavía viven en pobreza extrema nos recuerdan la magnitud del problema que tenemos que vencer”, dijo el arzobispo Auza en unos comentarios dados a conocer el 13 de octubre ante los comisionados de las Naciones Unidas que estudian la erradicación de la pobreza y otros asuntos de desarrollo.

De acuerdo con datos del Banco Mundial, dados a conocer el 4 de octubre, doscientos mil.2 millones de personas en el mundo entero viven con un equivalente menor de $2 por día. “Esto es indicio que la resistencia de la pobreza es más fuerte, mientras se logra progreso en la escala económica”, dijo el arzobispo Auza.

“Este problema es aún de mayores proporciones si se considera el hecho de que se ha logrado progreso más lento a niveles más altos de pobreza, que el caso de las personas que permanecen en pobreza extrema es el más difícil de resolver, y que, para muchos que han logrado escapar de la pobreza extrema el progreso ha sido temporal y el retorno a la pobreza extrema es todavía más doloroso y debilitante”, añadió.

Las personas que viven en pobreza extrema lo hacen “generalmente en zonas muy apartadas y encaran extrema necesidad”, dijo el arzobispo. “Sin caminos, sin electricidad, sin acceso a educación, sin cuidado de salud, sin agua potable y sin otros servicios de primera necesidad, todo en conjunto es incierto para esa gente”.

En la agenda de las Naciones Unidas de Desarrollo Sostenible, a lograrse para el año 2030, la erradicación de la pobreza extrema se encuentra a la cabeza de la lista, colocándola en el contexto de crisis mundial del medio ambiente.

“Ya por demasiado tiempo, el desarrollo se ha querido entender en términos de un crecimiento económico siempre expansivo y acumulación (desmedida) de bienes, con frecuencia a expensas del medio ambiente y de la vida misma”, dijo el arzobispo Auza. “Este (falso) concepto de desarrollo ha alimentado una búsqueda irrestricta de las más altas ganancias marginales y ha promovido la explotación de pueblos, siendo un verdadero asalto contra nuestra morada común”.

El Vaticano apoya la agenda de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, de acuerdo con el arzobispo Auza, y por el llamado al establecimiento de “un nuevo paradigma” de desarrollo, que “debe de empezar con el principio central de la dignidad de cada persona humana y en el reconocimiento de que la pobreza extrema es esencialmente una negación de tal dignidad”.

Y recordó ante los miembros del comité las declaraciones del papa Francisco hechas el 25 de septiembre ante las Naciones Unidas: “Arriba de nuestros planes y programas y más allá de ellos, tratamos con hombres y mujeres de carne y hueso que viven, luchan, sufren y que con frecuencia se ven forzados a vivir en gran pobreza, privados de todos los derechos”.

Debido a la dignidad humana de los pobres, dijo el nuncio apostólico, se requiere que se les permita a los pobres que “determinen su propio desarrollo”.

“La exclusión”, dijo el arzobispo Auza”, constituye la negación de la dignidad humana y es la causa de la pobreza extrema. Una de las formas más dañinas de exclusión es la que se ha ejercido en contra de mujeres y niñas en aspectos de educación; tal exclusión es especialmente dañina en un mundo en el que la clave del éxito económico y una vida digna son los conocimientos adquiridos mediante una buena educación”.

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