por David Agren
CIUDAD DE MÉXICO (CNS) — Una religiosa católica fue la ganadora, el 10 de diciembre, del máximo premio de derechos humanos que otorga México, por su trabajo con familiares de personas desaparecidas.
La hermana Consuelo Morales, que pertenece a la Congregación de Nuestra Señora: exclaustradas de San Agustín, ha abogado por familiares de personas desaparecidas en medio de la violencia o en redadas de seguridad comprometida y les ha dado su compañía. Esos familiares con frecuencia se encuentran con autoridades indiferentes a sus súplicas y terminan por quedar apartados en su propia comunidad. Con frecuencia organizan sus propias búsquedas y ahora con la intervención de la hermana Consuelo.
“La hermana les ha dado voz a los desprotegidos y los ha acompañado en sus demandas por justicia”, dijo el presidente Enrique Peña Nieto en la ceremonia de entrega de premios, llevada a cabo en la Ciudad de México. “También ella ha presentado soluciones plausibles”.
La ceremonia de reconocimiento vino a elevar una vez más conciencia sobre las personas desaparecidas en México, que según las estadísticas del gobierno se elevan a una cifra mayor de 25,000. Mediante la ceremonia se puso también atención al ministerio de la hermana Consuelo, quien se convirtió en una figura de las más sobresalientes de defensa de los derechos humanos en la región norte del país, en momentos en que la violencia y los abusos de autoridad se dispararon fuera de control.
“Las consecuencias inhumanas derivadas de la indiferencia del gobierno y de la sociedad, que prevalecieron por muchos años, son incontables”, dijo la hermana Consuelo, después de haber recibido el premio. “Y hablamos de miles de familias degradadas por la violencia”.
La hermana Consuelo, fundadora en la ciudad de Monterrey de la organización “Ciudadanos en apoyo a los derechos humanos”, es descrita por el periodista Diego Enrique Osorno como una combinación de “ternura y furia”. En esa ciudad es bien conocida como defensora de los derechos humanos y se sabe que ha trabajado para lograr cambios legales a fin de poder ayudar mejor a los familiares de personas desaparecidas.
Su trabajo adquirió mayor importancia después de las dificultades surgidas tras las medidas enérgicas impuestas por el gobierno en contra de los grupos de criminales traficantes de drogas, la pasada década, en Monterrey, que es la tercera ciudad más grande de México.
Los grupos criminales sostuvieron luchas de territorio y cometieron innumerables delitos, secuestros y extorsiones. Muchas personas desaparecieron en gran número, algunas víctimas de desaparición forzada a manos de la propia autoridad y los que cayeron víctimas de la violencia tuvieron que sufrir el estigma de la sociedad, incrédula de sus historias.
“Es impresionante la valentía de los familiares que se dedicaron a la búsqueda, a pesar de prejuicios de las autoridades, de la sociedad y de sus mismos parientes que repetían ‘Con seguridad (las víctimas) se habían descarriado’, o culpaban a las madres de familia por no haber sabido educar bien a sus hijos respectivos”, dijo.
La hermana Consuelo aparece en lugar prominente en el documental fílmico “Rey de Sombras” que se estrenó a principios de año y en que se demuestra la crisis de derechos humanos dentro de la guerra de drogas en México (llevada a cabo no solamente por mexicanos sino por muchos extranjeros).
“La caracterizaría como luchadora, como alguien que no se repliega ante la lucha y que lucha con estrategia”, dijo el director Bernardo Ruiz, quien pasó tiempo dibujando el perfil de la religiosa Consuelo. “Ella es una mujer consumida por su trabajo, que parece estar siempre activa, recitándoles la cartilla a funcionarios públicos por teléfono, delegando funciones a sus subordinados, abrazando a familiares de desaparecidos.
“A veces es impaciente”, Ruiz añadió; “pero generalmente muestra una impaciencia en búsqueda de justicia”.