by Cindy Wooden
WASHINGTON (CNS) — Canonizando al beato Junípero Serra, misionero español del siglo 18, el papa Francisco insistió que la fe de una persona está viva solamente cuando esta es compartida.
Celebrando una Misa tarde en la tarde fuera de la basílica del santuario nacional Immaculate Conception el 23 de septiembre, el papa declaró la santidad de san Junípero Serra, fundador de una serie de misiones en California.
Algunas personas habían objetado la canonización, como la beatificación del español en 1988, debido a interrogantes sobre cómo padre Serra trató a los pueblos nativos de California y sobre el impacto de la colonización española en los pueblos de todas las Américas.
El papa Francisco mencionó la controversia solo brevemente diciendo: “Junípero buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado. Abusos que hoy nos siguen provocando desagrado, especialmente por el dolor que causan en la vida de tantos”.
Vincent Medina, quien ha cuestionado la sabiduría de la canonización, leyó la primera lectura de las Escrituras en el lenguaje chocheño del pueblo ohlone del norte de California.
Antes de la proclama formal de la santidad del misionero un coro y la congregación entonó una letanía invocando la intercesión de Jesús, María, los apóstoles y una larga lista de santos, incluyendo otros santos que vivieron y trabajaron en estados Unidos, tales como santa Frances Cabrini, santa Elizabeth Ann Seton, san John Neumann y santa Kateri Tekakwitha, primera persona india estadounidense en ser canonizada. La canonización de san Junípero, sin embargo, fue la primera ceremonia como esta celebrada en Estados Unidos en vez de en el Vaticano.
Después de la proclama, Andrew Galván, curador de Misión Dolores en San Francisco,
llevó la reliquia de san Junípero para colocarla cerca del altar mientras se entonaba una canción en español acompañada con tambor.
Los católicos de Estados Unidos y de todo el mundo están en deuda con san Junípero y con miles de otros testigos que vivieron su fe y la pasaron a otros, dijo el papa durante su homilía.
San Junípero “se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades”, dijo el papa Francisco.
Una vida misionera es emocionante y trae alegría, él dijo, porque no es sedentaria o encerrada en sí misma. Compartir el Evangelio es la manera de experimentar la alegría que esta trae y evita que el corazón “se adormezca al ser anestesiado”.
Más que hablar sobre san Junípero, el papa Francisco habló de mantener la fe viva y alegre, llamando a los católicos a ser misioneros.
“La misión nunca nace de un proyecto perfectamente elaborado o de un manual muy bien estructurado”, él dijo ante una multitud de unas 25,000 personas. “La misión siempre nace de una vida que se sintió buscada y sanada, encontrada y perdonada”.
El papa Francisco insistió que Jesús no le da a los cristianos “una lista selectiva de quién sí y quién no, de quiénes son dignos o no de recibir su mensaje, su presencia”.
En vez, Jesús aceptó la gente como era, aun aquellos que estaban “sucios, derrotados, destruidos”, él dijo. Jesús le dice a los creyentes de hoy, como ayer: “Vayan y anuncien a toda esa vida como está y no como nos gustaría que fuese”.
“La alegría del Evangelio”, dijo el papa, “se experimenta, se conoce y se vive dándola, dándose”.
Antes de la entrada de Francisco en la basílica los corredores y pasillos estaban plagados de seminaristas, novicias y sacerdotes.
Francotiradores del Servicio Secreto se apostaron en los balcones de la Iglesia, la cual tiene capacidad para más de 3,000 personas.
Un aplauso fuerte sacudió la basílica cuando en la pantalla apareció el papamóvil rodeando el exterior donde la multitud vitoreaba a Francisco. Adentro seminaristas y novicias estaban alerta a la entrada con cámaras y teléfonos en mano.
Cuando Francisco llegó el furor estalló. Todos de pie en la basílica lo recibieron con un aplauso fuerte y vítores acompañados por música de fondo instrumental de tono triunfal. Al dirigirse a la capilla del Santísimo Sacramento con un ramo blanco en las manos el coro cantaba “es el momento, es el momento”.
“Es un momento histórico”, dijo la hermana María Virgen Oyente, de las Siervas del Señor y la Virgen de Marata. “Estamos muy felices de estar aquí. La fila es larga y el calor intenso, pero estamos leyendo sobre fray Junípero Serra y eso nos hace sentir mejor”.
Samuel Ramos, de siete años de edad, estaba con sus padres en la basílica esperando la Misa de canonización.
“Me gusta el papa Francisco porque nació en Argentina. Si lo tuviera frente le pediría que me bendijera”.
“Mis expectativas para hoy son bastante altas”, dijo Gustavo Santos, seminarista de San Juan María Vianney en Miami. “Imagine lo que es estar en el mismo lugar con su pastor, el vicario de Cristo en la Tierra; no puedo describirlo”.
“Admiro la humildad del papa Francisco”, dijo el seminarista Carlos García, de 38 años de edad, que también asiste al Seminario San Juan Vianney en Miami. “La manera en que nos enseña el Evangelio es muy auténtica”.
“Admiro mucho la simpleza y misericordia del papa Francisco para con los más vulnerables”, dijo Yoandy González, nacido en Cienfuegos, Cuba, y seminarista en Miami. “El papa nos enseña todos los días maneras muy simples de vivir verdaderamente el Evangelio”.