por Edgardo Ayala
SAN SALVADOR, El Salvador (CNS) — Representantes estadounidenses de organizaciones religiosas y de derechos humanos hicieron un llamado al gobierno salvadoreño a reabrir la investigación de los asesinatos en 1980 de tres monjas estadounidenses y una misionera laica.
Es importante “pedirle al gobierno y a los procuradores salvadoreños que abran ese caso, de modo que los cerebros de este crimen no caminen libres, con impunidad”, dijo Claire White, quien vino a nombre de su padre, el exembajador Robert White, quien murió en enero.
White dijo a Catholic News Service que el gobierno estadounidense debería presionar a las autoridades salvadoreñas para que hagan una investigación apropiada y no permitan que los autores intelectuales no sean castigados.
El 2 de diciembre de 1980 las hermanas maryknoll Maura Clarke e Ita Ford, la hermana ursulina Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan fueron secuestradas, violadas sexualmente y asesinadas por miembros de la Guardia Nacional cuando las estadounidenses viajaban por automóvil desde el aeropuerto. La guerra civil había erupcionado anteriormente ese año. Las eclesiásticas estaban en El Salvador para trabajar con los refugiados de ese conflicto, pero el gobierno las consideraba izquierdistas.
La Comisión de la verdad de la ONU, establecida en 1992 para investigar casos de violencia política sucedidos durante la guerra civil, concluyó que el entonces coronel Eugenio Vides Casanova, director de la Guardia Nacional, sabía que una unidad de su comando había ejecutado los asesinatos y facilitó el encubrimiento de los hechos, lo cual obstaculizó la investigación. En 1984 cuatro guardias nacionales fueron encontrados culpables de los asesinatos y sentenciados a 30 años de prisión, pero los que planificaron los asesinatos y dieron las órdenes nunca han enfrentado la justicia, dijeron algunos de los más de 100 estadounidenses que viajaron hasta El Salvador para conmemorar el aniversario 35 de los asesinatos.
“Podría haber justicia si nosotras las monjas estadounidenses regresamos y hacemos lo que tenemos que hacer en términos de tener una estrategia para hacer que eso suceda”, dijo a CNS la hermana ursulina Janet Marie Peterworth de Louisville, Kentucky, durante un servicio conmemorativo realizado el 30 de noviembre el Parque Cuscatlán en San Salvador.
Ella recordó las cartas que recibió de Donovan desde El Salvador y añadió: “Está frío y lluvioso en diciembre en los Estados y no puedo dejar de pensar en Jean Donovan y lo que dijo en su última correspondencia: ‘Regresaría a casa, ¿pero dónde más puedes encontrar rosas en diciembre?'”.
“Ella no regresó a casa, decidió quedarse”, ella añadió con lágrimas en sus mejillas.
Sor Peterworth dijo que Donovan solía decir que la milicia salvadoreña no mataría a “una estadounidense rubia”.
“Pero sí, lo hicieron”, dijo sor Peterworth.
En el 2002, Vides Casanova y el ex ministro de defensa José Guillermo García, ambos habiendo recibido residencia en Estados Unidos, fueron responsabilizados por un jurado de Florida en un caso civil federal por la tortura de tres salvadoreños. En abril Vides Casanova fue deportado hacia El Salvador por participar y ayudar en tortura y asesinato de miles de víctimas, incluyendo las cuatro eclesiásticas.
Durante la visita reciente los delegados estadounidenses visitaron la tumba del arzobispo Oscar Romero, asesinado en marzo de 1980. También fueron a la Universidad Centroamericana, donde seis sacerdotes jesuitas y dos mujeres fueron asesinados en noviembre de 1989 por una unidad militar.
El 2 de diciembre ellas viajaron a Santiago Nonualco, pequeño pueblo en el departamento La Paz, para asistir a un servicio conmemorativo en el preciso lugar donde las tres monjas fueron asesinadas a tiros.