
por Carol Glatz
Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — La comunidad católica está viva, es hermosa y fuerte, y corresponde a sus pastores proteger y nutrir a los fieles y ayudar a llevar la esperanza de Dios al mundo entero, afirmó el Papa León XIV.
Por ello, el Papa invitó a los cardenales a “que renováramos juntos, hoy, nuestra plena adhesión a ese camino, a la vía que desde hace ya decenios la Iglesia universal está recorriendo tras las huellas del Concilio Vaticano II”, y que el “Papa Francisco ha recordado y actualizado magistralmente su contenido en la exhortación apostólica ‘Evangelii Gaudium’ (‘La alegría del Evangelio)”, declaró el 10 de mayo, en su primer discurso formal ante el Colegio Cardenalicio.
También afirmó que eligió su nombre en homenaje al Papa León XIII, reconociendo la necesidad de renovar la doctrina social católica para afrontar la nueva revolución industrial actual y los avances de la inteligencia artificial, “que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo”.
El Papa, elegido en un cónclave de 133 cardenales electores en la cuarta votación del 8 de mayo, se reunió con miembros del colegio, incluyendo a los no electores, en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano.
El Papa León les dijo a los cardenales que, tras su breve charla con algunas reflexiones, publicada por la oficina de prensa del Vaticano, mantendrían una especie de diálogo, solicitado por muchos de ellos, para escuchar consejos, sugerencias, propuestas y temas concretos que ya se han debatido en los días previos al cónclave. Estas conversaciones, celebradas a puerta cerrada, no se publicaron.
En el texto publicado, el Papa León afirmó que los acontecimientos de las últimas tres semanas, comenzando con los últimos días del Papa Francisco, su muerte y su funeral, les han permitido “ver la belleza y sentir la fuerza de esta inmensa comunidad que, con tanto afecto y devoción, ha despedido y llorado a su Pastor, acompañándolo con la fe y la oración hasta su encuentro definitivo con el Señor”.
“Hemos visto cuál es la verdadera grandeza de la Iglesia, que vive en la variedad de sus miembros, unidos a su única Cabeza, Cristo”, dijo el Papa León.
La Iglesia Católica es “es el vientre en el que también nosotros fuimos generados y, al mismo tiempo, la grey, el campo que se nos ha entregado para que lo cuidemos y lo cultivemos, lo alimentemos con los Sacramentos de salvación y lo fecundemos con la semilla de la Palabra, de manera que, sólido en la concordia y entusiasta en la misión, camine, como una vez los israelitas en el desierto, a la sombra de la nube y a la luz del fuego de Dios”,añadió.
Por ello, el pontífice pidió a los cardenales que renovaran juntos su compromiso total con el camino de la Iglesia después del Concilio Vaticano II, detallado en la exhortación apostólica del Papa Francisco de 2013 sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual.
“Me gustaría destacar algunas notas fundamentales” del Evangelii Gaudium, dijo: “el regreso al primado de Cristo en el anuncio; la conversión misionera de toda la comunidad cristiana; el crecimiento en la colegialidad y en sinodalidad; la atención al ‘sensus fidei’ (el sentido de la fe del pueblo de Dios), especialmente en sus formas más propias e inclusivas, como la piedad popular; el cuidado amoroso de los débiles y descartados; el diálogo valiente y confiado con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades”.
“Se trata de los principios del Evangelio que animan e inspiran, desde siempre, la vida y la obra de la Familia de Dios”, expresó, “de los valores a través de los cuales el rostro misericordioso del Padre se ha revelado y continúa a revelarse en el Hijo hecho hombre, esperanza última de todos los que busquen con ánimo sincero la verdad, la justicia, la paz y la fraternidad”.
“Precisamente, al sentirme llamado a proseguir este camino, pensé tomar el nombre de León XIV”, dijo, añadiendo que hay varias razones pero la principal fue porque el Papa León XIII, “con la histórica Encíclica ‘Rerum Novarum’ afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial”.
Hoy, la Iglesia continúa ofreciendo “a todos, su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo”, añadió.
El Papa León XIV, el primer pontífice de Estados Unidos, afirmó que, “El Papa, desde san Pedro hasta mí, su indigno sucesor, es un humilde siervo de Dios y de los hermanos, y nada más que esto”.
Muchos pontífices, y más recientemente el Papa Francisco, lo demostraron con su “total dedicación al servicio y de sobria esencialidad de vida, de abandono en Dios durante el tiempo de la misión y de serena confianza en el momento del retorno a la Casa del Padre”, dijo.
“Recojamos esta valiosa herencia y retomemos el camino, animados por la misma esperanza que nos viene de la fe”, dijo, recordando a los cardenales que es “el Resucitado, presente en medio de nosotros, quien protege y guía a la Iglesia, y continúa a reavivarla en la esperanza”.
“A nosotros nos toca ser dóciles oyentes de su voz y ministros fieles de sus designios de salvación, recordando que Dios ama comunicarse, más que en el fragor del trueno o del terremoto, en ‘el rumor de una brisa suave’ o, como lo traducen algunos, en una ‘sutil voz de silencio'”, dijo.
“Este es el encuentro importante, que no hay que perder, y hacia el cual hay que educar y acompañar a todo el santo Pueblo de Dios que nos ha sido confiado”, dijo.
Agradeciendo a los cardenales su papel como colaboradores más cercanos del Papa, afirmó que su presencia ha sido un “consuelo al aceptar un yugo que claramente supera no sólo mis fuerzas, sino a las de cualquier otro”.
Dios tampoco “me deja solo con la carga de esta responsabilidad”, afirmó, y sabía que también podría contar con la cercanía de “tantos hermanos y hermanas que en el mundo entero creen en Dios, aman a la Iglesia y sostienen con la oración y las buenas obras al Vicario de Cristo”.
Concluyó su discurso abrazando la esperanza que expresó San Pablo VI al inaugurar su ministerio Petrino en 1963 y los invitó a hacer lo mismo. San Pablo VI oró para que “sobre el mundo entero pase una gran llama de fe y de amor que ilumine a todos los hombres de buena voluntad, allanando los caminos de la colaboración recíproca y que atraiga sobre la humanidad, la abundancia de la benevolencia divina, la fuerza misma de Dios, sin cuya ayuda nada vale ni nada es santo”, dijo, citando al santo.